Aquel pueblo de imagen rustica y algo tranquilo era la nueva cede de aquel Restaurante Bar, su dueña Sol Lestrange estaba acostumbrada a las cosas más elegantes y distinguidas, aquello la había llevado a crear aquel nuevo concepto, en donde aquello se mostraba en la más pura manera.
 
El lugar estaba lleno de dolor desde la primera vista, cada detalle pensado para dar aquella apariencia  árabe que fascinaba a la Lestrange, coloridos vitrales, hermosos azulejos daban la bienvenida, en el Área de Espera, con cómodos sillones.

 

Dentro el mismo concepto, en el Restaurante, mesas dispuestas en vivos colores y luces, dan aquel toque fresco sin perder la elegancia y el buen gusto. Donde magos y brujas atienden  cada uno de los deseos de los  visitantes.




Un piso mas arriba  se encuentra la Terraza, donde un Bar en ambiente  más intimo puede  permitir a las parejas mayor privacidad. El lugar mantiene la decoración, aunque de manera menos formal, con pequeñas mesas, decorado con telas y lámparas como sacado de las mil y una noches. 


Menú de Alimentos
Menú de Alimentos 2
Carta Postres y Cafés
Carta Postres y Cafés 2
Carta Bar

Hacia unas horas que habían salido del castillo Lestrange y su camino a el restaurante de Sol fue maravilloso, ir caminando de la mano de la joven hacia que el Scamander se sintiera vivo. Parecía un adolescente recorriendo todo Hogsmeade, todo era mucho mejor de lo que había estado imaginando. Sonreía cada que cruzaba la mirada con la castaña, ese sentimiento al parecer era nuevo para él.

El camino era muy meno, o al menos para él, esperaba que la Lestrange lo estuviera pasando igual. De vez en cuando dj se acercaba a su oído y le daba un suave beso en la mejilla. Pasaron por muchos locales, mucha gente que los miraba, eran un par de tórtolos que estaban experimentando una nueva aventura. Después de un tiempo llegaron al local de la ojiazul. El rubio la miro y despues el lugar, tenia una muy linda fachada, al parecer los gustos que tenia eran muy finos y delicados.

--Wow, esto se ve bien, me darás un tour por todo el lugar??-- le pregunto y antes de que pudiera decirle algo le dio un abrazo y un beso de piquito en sus labios, durante el camino se había limitado a hacerlo no por la gente, si no por el simple hecho de que quería observar todo y en especial la sonrisa que ella emanaba. No había duda eran el uno para el otro.

--Espero que el interior sea como el exterior, y lo que mas espero es que haya un buen menú.

Le comento sonriendo aun mas fuerte y tomando de nuevo su mano esperando que lo guiara por el lugar.

Salimos del castillo abrazados para poder aparecernos en Hogsmeade, tras el corto viaje mágico estuvimos ahí y tomados de la mano como dos enamorados recorrimos el pueblo. Era una nueva sensación, sentir el calor de su mano tomando la mía de manera suave, pero a la vez firme, me provocaba una delicada sensación de cosquilleo, el sonido de su voz, su risa, parecían ser cosa de todos los días, y me hacían sentir más cómoda que nunca.
 
Aquello era nuevo para ambos, y lo estábamos descubriendo juntos, pasea de la mano, susurrarnos cosas al oído, los abrazos espontáneos, su mano en mi cintura, era simplemente perfecto.
 
Finalmente llegamos al restaurante, nos detuvimos frente a la puerta y espere su reacción, y fue justo la que esperaba, su mirada se ilumino apenas miro la fachada, aquello me hizo sentir muy satisfecha, ya que había puesto todo mi empeño en que el lugar fuera agradable a la vista.  Su comentario siguiente fue de asombro, acompañado de un suave beso que me hizo suspirar.
 
--Te mostrare cada rincón…--respondí ante su petición mientras tomaba su mano para  que entráramos finalmente—El menú fue cuidadosamente elegido, así que podrás encontrar muchas opciones y espero que alguna sea de tu agrado corazón… -- dije mientras nos recibía una amable bruja.
 
--Bienvenidos al Daw ‘Alshams madame Lestrange, caballero…--…--dijo de manera educada mientras nos daba paso dirigiéndonos a una de las mejores mesas junto a los enormes ventanales que bañaban todo con su luz.
 
--¿De verdad te gusta? – pregunté al ver como observaba cada detalle con sumo interés, para después de manera caballero ayudarme a tomar asiento y ocupar el sitio a mi lado mientras la mujer nos dejaba instalados en la mesa y nos ofrecía el menú —Comeremos primero, muero de hambre y después podemos subir a que conozcas el bar y tomar algo ¿Te parece?
 
Mientras respondía a mi pregunta acaricie su mano, antes de tomar el menú y comenzar a revisarlo, el menú mostraba una gran cantidad de platillos de varias regiones del mundo, para dar gusto a los más exigentes paladares.

Aún descalzo pero sin el horrible sabor a sangre en mi boca salí del hospital que los ingleses llamaban san mungo sin obtener demasiados resultado. Había aparecido allí como por arte de magia, cansado y con un apetito voraz. Un amable grupo de jóvenes, por fortuna practicantes, me habían prestado ayuda primaria a las heridas que no sabía que tenía ni porqué las tenía. Mis manos seguían raspadas y con cortes aquí y allá pero al menos estaban limpias. Tan limpias como mi estomago.

No podía negar que había comido en el hospital pero para nadie es un secreto que, en eras de una buena salud, la comida de los centros médicos carece por completo de sal o de cualquier tipo de condimento. Se habían borrado cerca de tres días de mis memorias y al parecer, sin importar lo que hubiera pasado en ese tiempo, tampoco había comido. Al salir de mis pensamientos, estaba en frente a un restaurante pomposo y del cual salía una exquisita mezcla de aromas de oriente y el mediterráneo que tanto me fascinaba.

Así pues ingresé al local, más llevado por el hambre que me rasgaba desde adentro que por cualquier otra cosa. El interior estaba adecuado de forma tan singular como los olores que la invadían, un poco de esto, un poco de aquello. El olor de la ternera fresca, de la paprika y el café irakí se entrelazaban con el del atún, los mariscos y el tamarindo. Los aromas dulces de los postres pasaban de largo entre el espeso ambiente pero no pasaba desapercibido. Necesitaba la carta, la necesitaba con urgencia.

--Hola, bienvenido al Daw..... --una atractiva bruja presta a atenderme se acercaba y antes de que terminara de hablar, ya le estaba tomando la carta

--Perdona que te interrumpa, pero tengo mucha hambre --me disculpe guiñando el ojo derecho--, ¿Podrías traerme unos kebabs de cordero para empezar?

Tenía algo de tiempo sin aparecerme por el restaurante, confiaba plenamente en las personas encargadas de su cuidado, por ello no me había tomado la molestia de visitarlo, me había prácticamente enfocado en mis clases en el colegio, y ellas me tenían ocupada la mayor parte del tiempo.

Aquel fin de semana me había propuesto hacer una visita, la verdad es que también extrañaba la buena comida, no era que Hogwarts fuera malo en ese aspecto, pero no tenía la sofisticación y variedad que  mi local regalaba.

Apenas entre el lugar estaba algo concurrido, eso me lleno de alegría, era una buena señal que cada vez asistieran mas personas al negocio, empezaban a acostumbrarse a la buena comida mas allá de salones de té, simples cafeterías y hostales. Un joven hacía su pedido cuando entre al lugar, había hecho una excelente elección, cordero.

--Buenas tardes bienvenido al  DAW´ALSHAMS  ¿Le están atendiendo bien? Mi nombre es Sol Lestrange, la dueña del lugar y me gustaría escuchar su opinión....-- sonreí coquetamente al mago, esperando escuchar un buen comentario del lugar.

No recordaba haber comido antes con el entusiasmo en que lo hacía en ese momento, mis labios se delitaban con la mezcla de sabores del curry y los condimentos caracterísiticos de la cocina árabe. Los cuatro kebabs había llegado no hacia mucho y ya no quedaban sino dos en el plato. jamás habría encontrado comida así en el hospital ni porque fuera el mejor del mundo. Tras las entradas llegó la cerveza muggle, que si bien no era la mejor, era la que había disponible.

No habían pasado más de cinco minutos cuando ya el último de los rollitos de carne entrada sin prisa alguna por el portal de mi boca cuando una voz interrumpió el magno momento. En pricipió me disgusté, y lo haría cualquiera al que le cortarán la poesía de disfrutar la comida, pero al ver y escuchar a la mujer, se me fue el enojo. Unos ojos azules escondidos tras un ondulado cabello castaño se presentaba como la dueña del local. Tuve que tomar otro poco de cerveza para poder responder sin escupir trozos de arroz.

--Mucho gusto, señorita Sol, mi nombre es Noah, Noah Black --respondí apresurado a ponerme de pie y extender mi mano, apenas terminando de tragar la última parte del rollito--. Pues hasta el momento me han atendido muy bien, gracias por preguntar.

Pude ver re ojo que los meseros parecían más nerviosos de lo normal, miraban continuamente en dirección a la mesa donde estaba sentado y murmuraban entre si, ansiosos. La sensación de que la labor de uno fuera juzgada la conocía muy bien; mi padre me había hecho trabajar en uno de sus bares cuando era mucho más joven y solía preguntar a los clientes si si les estaba dando el cambio completo. Unas cuantas veces se perdían galeones de la mesa a la caja, pero son borrachos, nunca se dan cuenta.

--De hecho, aún no ordeno el plato principal --apunté señalando la silla adjunta a la mesa donde estaba sentado-- ¿Le importaría acompañarme a cenar? odio hacerlo solo.

Sonreí ante la invitación de aquel mago, comúnmente no me gustaba intimar con extraños, pero en ese momento tenía hambre y  compartía con el el desagrado por comer sola.

--Me alegro que el servicio esta siendo de tu agrado, y por favor llámame Sol, me haces sentir rara hablándome de usted...-- afirmé mientras me disponía a sentarme en la silla a su lado.

--Aceptaré tu oferta Noah -- puse el ejemplo llamándole por su nombre-- la verdad es que tampoco soy de comer sola y es justo lo que pensaba hacer-- sonreí mientras de manera educada me ayudaba a sentar removiendo la silla-- muchas gracias.

Tomé la carta que de manera inmediata me ofrecia uno de lso meseros intentando quedar bien conmigo, sonreí divertida, a decir verdad estaba bastante complacida con su desempeño, por lo que estaba de mas aquel intento de prontitud y amabilidad.

--Un teppanyaki de filete... -- fui directamente al plato fuerte -- y de beber un Strawberry green, pero sin pimienta, por favor... -- terminé mi pedido y espere a que el chico a mi lado hiciera lo propio.

--¿ Vas a pedir algo mas? ¿Eres nuevo en la ciudad? no te había visto antes.

Tal y como era de esperarse, el mismo mesero que me había atendido se acercó de nuevo al ver que la Lestrange aceptó la invitación y se sentó a mi lado. Las miradas hacia nuestra mesa se volvían aún más inquisidoras de lo que ya eran. Al parecer no era una conducta normal en la propietaria el sentarse con los clientes, lo cual me parecía una oportunidad perdida: cualquier cliente volvería de tener la oportunidad de cenar con magna mujer

--Con todo gusto Sol, qué mejor forma de asegurar prontitud en el servicio que cenar con la dueña --recibí la carta y sin mucho esperar ordené el plato fuerte--, para mi un atun teriyaki y otra cerveza. Gracias

La cocina empezaba a revolotear en la preparación de los platos lo cual agradecí inmensamente para mis adentros. Los kebabs parecían haber sido consumidos por una bestia que habitaba en mi estomago y que reclamaba por más victimas. Esperaba que una buena porción de atún acallara el sonido que hacía mi estomago y rogaba porque Sol no lo escuchara. Por fortuna el sonido ambiente del lugar era suficiente para no notarlo.

--No diría precisamente nuevo --respondí con una sonrisa sincera--, pero si llevaba cerca de quince años sin venir a esta fría ciudad. Hace un par de semanas llegué de Noruega y me estoy estableciendo de nuevo en Londres. Esta ciudad ha cambiado mucho y por ende su gente. Pero cuentame de ti. ¿Qué haces aparte de dirigir este increible restaurante?

El joven mago parecía bastante  simpático y desinhibido, me gustaba aquella actitud, una de las cosas que mas apreciaba era justo eso, la facilidad de adaptación de algunas personas y la seguridad en si mismo.

Sonreí mientras hacia su propio pedido, una magnifica elección, no por nada había elegido aquellos platillos y cada uno habían pasado por mi delicado gusto antes de ser puestos en el menú.

Tras responder mi  pregunta anterior y explicarme  su reciente vuelta a Londres formulo su propio cuestionamiento, me tome unos segundos para responderle, y en el intervalo pensé que hacia quizás demasiadas cosas a la vez.

--Vaya muchas gracias por ese comentario, me agrada que así te lo parezca...--admití complacida por sus palabras-- Y bueno pues te contare, trabajo en el Colegio Hogwarts me encargo de la materia de Pociones, una de mis mas grandes pasiones en el mundo -- confesé mientras el brillo de mis ojos confirmaba mi afirmación. --Y trabajo también en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional del Ministerio -- dije encogiéndome de hombros.

Las bebidas llegaron, por lo que hice una pausa en mi respuesta, apenas estuvieron en la mesa tomé la mía, llevé a mis labios la pajilla y di un sorbo. Su sabor dulce y fresco me hizo soltar un suave suspiro de satisfacción.

--Deliciosa-- dije sin poder reprimirme antes de continuar --Como veras no tengo mucho tiempo libre -- una suave risa salio de mis labios-- pero disfruto mucho de lo que hago, así que no me pesa para nada, y el venir justo aquí al Restaurante  es prácticamente mi tiempo de paz...

--Me siento honrado entonces de que compartas ese momento de paz conmigo --apunté mientras veía como disfrutaba de forma tan sublime de su bebida al tiempo que recibía la mía.

Junto con la bebida llegaron los platos ordenados. El suave aroma del atún se mezclaba con la sutil esencia del sésamo que salía del plato de mi compañera. Bien podría gestarse un nuevo y delicioso plato de la unión del de ambos, pero no sería muy agradable a la vista. Sonreí para mi mismo ante la alocada idea. Corté un poco del atún y lo llevé a mi boca, dejando que la suavidad de la carne de aquel pez invadiera mis hambriento sentido del gusto.

--Profesora de Hogwarts, empleada del ministerio y propietaria de un restaurante --apunté con una sonrisa tras dar un largo sorbo a mi cerveza--, seguramente hay una foto tuya junto al verbo "triunfar" en los diccionarios de Inglaterra.

La sola presencia de la Lestrange emanaba un aura de seguridad pocas veces vista y era algo que, si bien ella ya debía saber, era algo que me gustaba resaltar. No era del todo común, de eso estaba yo seguro, y muchas veces se confundía con lambonería o adulación innecesaria. Esperaba que Sol lo tomara más como un cumplido. 

--Esa es la clave de vida, creo yo --solté dedicándole una sonrisa--. Disfrutar lo que se hace, aunque en mi caso, no es mucho lo que esté haciendo más que adaptarme a este país de nuevo . Y dime Sol, eres ¿Señora Lestrange o Señorita Lestrange?