En esta Planta son tratados todos los magos y brujas que han tenido un accidente mágico, explosiones de calderos, detonaciones de varitas y accidentes de escoba.

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La camilla continuaba levitando mediante la magia mientras los jóvenes acompañaban a Nahi Xiao hasta la planta baja de San Mungo con la intención de llevarla hasta donde podría atenderlo de forma más efectiva como al Joven asiático le gustaba hacer las cosas en el colegio Hogwarts y en San Mungo al igual que en su vida diaria. al bajar del ascensor sentía alivio de no haber tenido contratiempo al bajar la camilla y ambos adolescentes ayudaron con el traslado hasta uno de los cubículos dispuestos para atención de urgencia.

Rápidamente lo llevaron hasta el cubículo y después de acomodarlo, Nahi comenzó a Buscar en el estante algo para tratarlo.

La poción de la memoria fue dejada a un lado lista para que el mago la tomara en cuenta volver a ser cociente, pero por el momento Nahi pedía a su amiga Nao que revisara al mago para ver si existía alguna herida en la cabeza y Maxwell estaba encargado de revirar sus piernas en busca de las heridas de allí.
 
 @Noah Black, @Maxwell Spencer Moon

"Etéreo"

Así había definido mi abuelo, Ronan Black, el estado en el cual se sentía una persona que, bien fuera accidental o intencional, hubiera consumido gran cantidad de hongos saltarines de Leyva o que hubiera consumido de la planta que los muggles llaman canabis. Nunca me preocupé por darle un significado a esa extraña palabra que había dicho el viejo tuerto hasta esa tarde.

Lo que fuera que el sanador me hubiera dado había accionado un interruptor inexistente que había desconectado cada uno de mis sentidos y los había dejado sueltos, a la deriva, solitarios y ajenos a lo que sentía el otro. Por extraño que pareciera, esa falta de la dependencia de los sentidos me había dado una desconcertante paz, una tranquilidad sin motivo alguno más que por el actuar del filtro.

Me veía acostado en la camilla de algún punto del hospital mágico y aunque estaba reventado de la risa, mi cuerpo permanecía inerte, inmóvil, siendo auscultado con detalle preciso y conciso por parte de los dos muchachos que me prestaron una primera atención. Mis recuerdos aún estaban borrosos pero poco o nada me importaba recordar el porqué había llegado allí. Eso también era fruto del filtro, o eso pensaba yo.

Lentamente los sentidos se fueron acoplando, las extremidades regresaban a su lugar luego del viaje intergalactico al cual habían sido inducidos y hacían posesión de su funciones habituales. Los ojos siempre serán los encargados de dar la alarma cuando algo estaba mal, por lo que fueron los primeros en establecer que pasaba afuera de mi cuerpo.

El fino rostro de la mujer asiática fue lo primero que recibió mi vista, una delicada sonrisa que descansaba bajo una perfecta nariz perlada y que era custodiada por dos inmensos y penetrantes ojos oscuros que indagaban con la mirada en busca de alguna herida. Mi sentido del tacto fue el siguiente en advertir que al sur, hacia sus pies, alguien hacía lo propio a la altura de mis tobillos. Los rubios cabellos del chico me evidenciaron que no estaba en el cielo asiático como había sugerido la icónica figura de Nao, sino que seguía en San Mungo, Londres, Europa. Planeta Tierra. Los otros tres sentidos aterrizaron torpes, de sopetón.

--Hona Lao --intenté saludar, pero aún estaba adormecido--, perdón, hola Nao. Hola Max. 

--Si, agua estaría bien-- respondí tratando de sentarme.

La poción empezaba a hacer efecto y los recuerdos empezaban a aclarar y organizar la secuencia de imágenes que lo habían llevado allí. Unos ojos negros como la noche y unos labios rojos que me incitaron a lo incorrecto, a lo indebido. Mi rostro se sonrojó de inmediato al recordar la secuencia de hechos, el elfo llevandome a al hospital y la rabieta del esposo de la culpable de todo. Negué con la cabeza mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios. No aprendería nunca.

--Ya estoy recordando lo que pasó Nao --confesé a la mujer de ojos rasgados mientras daba un largo sorbo al vaso de agua--, al parecer lo que dice la nota es cierto. Por fortuna no pasó nada más grave.

Con las memorias llegó el dolor del golpe. El cerebro humano siempre actúa de formas extrañas, aún para la comunidad mágica de medicina del mundo moderno. El recordar como fue el golpe activó en mi sistema nervioso el dolor causado por le mismo y desencadenó una migraña que me vino de menos a más. La parte baja del mi espalda también manifestó dolor, aunque no tan grave. Llevé mis manos a la cabeza y cerré el ojo izquierdo, haciendo una ligera mueca de dolor.

--Nao, muchas gracias a ustedes por la ayuda --continue agarrandome la cabeza con las dos manos--, pero voy tener que pedirte algo más para la jaqueca que me está empezando a devorar desde adentro.

La chica japonesa escuchaba con atención las palabras del Black y lo primero que hizo fue dejarle tomar el agua que quería y a continuación, mientras el mago relataba lo ocurrido, ella se ponía la mano en la poco como señal de asombro por las noticias sobre la situación del joven mago que aseguraba como verdadera la información contenida en la nota que apareció en el bolsillo de Noah poco después de su llegada a la planta especial de la cafetería y tienda de regalos.


-Oh entonces en verdad caíste desde gran altura. - afirmó la chica.

afortunadamente ahora estaba en una camilla recibiendo la mejor atención de parte del Sanador en cargado y dos practicantes que hacían su mejor esfuerzo para ayudarle a recuperarse.

Lo complicado comenzó cuando sin ningún avisó Noah comenzó a tocarse la cabeza afirmando que no soportaba el dolor de cabeza como si de pronto todo lo ocurrido comenzara a surtir efecto en el joven mago y ella deseaba ayudarle y por eso decidió buscar ella misma un calmante para que disminuyera el dolor.


-Naihe ayúdame a saber que puedo darle para ese dolor de cabeza- pidió a su amigo que tenia mas conocimiento herbolario que ella y de medicina.

@Noah Black, @Maxwell Spencer Moon 

--¡Ohh! ¡¿Qué es eso?! --pregunté señalando la pared

Cómo si de un mediocre montaje se tratara, el papel de colgadura de la planta baja empezaba a desprenderse de la pared y se cuarteaba en pequeños trozos que se elevaban en el aire y se transformaban en pequeñas grullas de origami que flotaban por toda la habitación. Las lamparas del cubículo donde estaba acostado empezabana moverse de un lado a otro hasta que se soltaban, y empezaba una a corretar a la otra, ocasionando un desorden de sombras que parecían alentar a las lamparas.

A mis odios llegaba una melodiosa voz, un canto como el de las sirenas cuando se escuchan bajo el agua, pero coreaba la hermosa "I love Her", una linda melodía de los Beatles. Los cabellos oscuros de Nao se arremonilaban en pequeños grupos de los cuales salían pequeños ojos verdes, como el cabellos de la mitológica medusa y me sonreían, cantando al ritmo de la canción.

--¿Tú también estás viendo lo mismo? --pregunté mirando a Max, que ahora se veía diferente. Su cabello rubio estaba ahora en llamas. No pelirrojo, no. Literalmente estaba en llamas rojas y naranaja. Su piel se había tornado de un color verdoso y en vez de ojos tenía un par de bocas. Parecía un cuadro de Picasso a la mitad.

Por desgracía mía, nadie más estaba viendo lo mismo. Solo yo. En medio de un delirio. Convulsionando en la camilla de la planta baja de accidentes mágicos.

Max, reacciono inmediatamente al ver que Noah estaba en tal estado, convulsionando, agarrandolo con las manos y tratando de sostenerlo en la cama, mientras repasaba sus opciones, ciertamente el no tenia experiencia alguna y ahora mismo no sabia muy bien que hacer ¿que hechizos podian hacer? ¿Que pociones podian darle? El no lo sabia.

Miro a sus compañeros para ver si alguno tenia alguna idea, no podian dejar a Noah en ese estado -¿que hacemos?- les pregunto ciertamente desesperado, no sabia ni las causas de las convulsiones ¿veneno? ¿enfermedad? -¿Podria funcionar un bezoar?-

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Mientras los dos adolescentes practicantes realizaban la auscultación del mago que ahora era su paciente. Aparentemente no tenía golpes en la cabeza; al menos no externos o visibles al menos no en la cabeza y según Maxwell todo estaba bien en el resto del cuerpo por lo que podía tener algún daño interno y cuando el hombre despertó lo único que dijo fue sobre su dolor de cabeza y fue Nao quien de inmediato consulto con el sobre el procedimiento y sin decir nada el joven asiático se dirigió a la estantería que tenía a la mano para buscar algo que pudiera darle para dicha dolencia.

-Episkey – Dijo mientras pensaba en el hechizo que servía para restauración de huesos rotos y lo hacia porque posiblemente el dolor podría tratarse de eso, además que podía tener el sangrado.

Después de eso decidió usar un hechizo estimulante, Pues era bien complicado tratar un dolor de cabeza con magia asi que lo mas indicado era usar la acupuntura que era una de las especialidades de sus padres y era la única alternativa que le quedaba así que uso una pequeña agujita para sus manos en puntos específicos que controlaban justamente el cerebro y disminuía el dolor de cabeza

Al actuar para disminuir el dolor de cabeza el mago manifestó ver cosas, pero, aunque los tres voltearon a ver dónde el mago les mostraba ninguno pudo ver aquello que el manifestaba y ante la imposibilidad de los chicos por sostenerlo y Maxwell -No creo que sea un veneno Max- respondió al chico.

-Todo se debe al golpe de su cabeza – les comento a ambos adolescentes para que fueran teniendo mas conocimiento.
Con un hechizo incarcerus decidió atarle los tobillos y los brazos para que dejara de convulsionar Y cuando se aseguró de dejarlo quieto desidiosa una poción para la memoria y casi se lo metió en la garganta para que al menos recobrara el juicio.

Era bastante raro que el mago tuviera tantos síntomas diferentes y posiblemente, aunque en el exterior no se le hubieran visto las marcas, el problema era dentro de la cabeza.


@Noah Black, @Maxwell Spencer Moon 

Después de un tiempo inverso en investigaciones y de  grandes actividades, el mago había vuelto a su hogar, en el cual estaba sus elfos y algunos recuerdo de lo que algún día fue su familia, pues la desaparición de su hermana lo tenía un poco bajo de animo.

- Hola mi querido Zeus - dije saludando a uno de sus perros en la entrada a el castillo.

Ingrese a el castillo a dejar los pergaminos con las anotaciones de unas investigaciones, cuando encontré a uno de los elfos limpiando la sala en la cual se encontraba una foto de lo que alguna vez había sido la familia Rosier.


Por un momento me quedé mirando fijamente aquella fotografía donde estaban con sus padre y su hermana de la cual no sabía nada desde hace muchos meses.

- Bueno es hora de organizar esto - dije sacando la varita. Necesitamos mover esta lámpara de acá. 

Cuando intento moverla, se soltó el centro de la lampara cayendo sobre su pierna, un de las elfas de la casa corrió inmediatamente hacia el lugar donde estaba con uno de los vidrios incrustados en la pierna izquierda, este era delgado pero por desgracia era muy largo lo había atravesado.

- Llevame a San Mungo - murmure antes de perder el conocimiento.

El mago se encontraba debil pues llevaba más de dos semanas alimentándose con simples frutos secos y una botella con agua.