Kylian caminaba por aquellas calles de Ottery, frías y húmedas como de costumbre. Hacia esa zona solian haber edificaciones maravillosas, castillos y mansiones que se alzaban sobre lagos o en medio de terrenos llenos de verdor majestuoso, otros rodeados por bosques y así, cada lugar era único en su estilo.

Se recordaba de sus padres mientras miraba un par de fotos que casi siempre le acompañaban entre sus cosas. Recordó como su padre solía hablar de sus familiares Los Honorables Black. Le hablo de Sirius, de Arthue, inclusive de Bellatrix, de los primeros que portaron ese apellido y de lo valerosos que fueron con las coronas que en esos tiempos gobernaban. Con suma nostalgia miro aquellas fotos mágicas que se movían y aunque en su corazón sentía tristeza por estar lejos de ellos, mirar aquello le sacaba sonrisas.

Mientras iba mirando aquello se dio contra la imponente entrada de la propiedad que tenían en Ottery los Black. Sintió el deseo de entrar y de saber a ciencia cierta quien era su padre en verdad; no era cosa de que no supiera si era su progenitor sino de quien había sido en ese castillo, cosa que jamas le reveló. Lentamente entró por el larguísimo espacio que conduce a la entrada. Finalmente quedo de frente a la amplia puerta de entrada y tocó..

El sol de medio día se metía por los altos ventanales de la biblioteca en la que me encontraba. Aún no había mucha actividad en el castillo más que la de los tres elfos que se encargaban de que el lugar estuviera impecable para quien llegara. Para ser honesto, estaba por pensar que nadie iba a llegar y que el legado de los Black estaba por completo sobre mis hombros. Me asustó, debía confesar, que la continuidad del linaje de una de las familia más importantes del reino mágico fuera completa mía.

No tenía hijos, ni esposa. Una que otra aventura saltando del balcón de algún castillo pero nada que diera un indicio de a quien dejarle el legado. Los libros de la biblioteca eran lo único que me distraía de esa labor que en el algún momento tendría que hacer, pero que por ahora, había logrado olvidar. Dejé el libro de historia mágica inglesa sobre la mesa, con el debido marcador de donde estaba leyendo cuando escuché la puerta, lo cual me sorprendió.

Era la primera vez desde que me había terminado de instalar en el castillo que escuchada el sonido del metal contra la enorme puerta de roble. Podría haber esperado hasta que algún elfo apareciera e hiciera los honores, pero ansioso por la primera visita, me llevó a hacerlo a mi mismo. Al otro lado de la puerta, un joven de cabello castaño y ojos oscuros esperaba.

--Bienvenido al castillo Black --saludé de forma cordial--. Soy Noah Black. ¿Puedo ayudarte en algo?

Abre los ojos el joven mago, no tiene idea de como llegó al transporte mágico, el par de Abrazam tiran del vehículo zurcando el aire. Salem Riuu se asoma a la ventana, el paisaje no se asemeja a lo que el conoce, lo último que recuerda es cuando su padre lo mandó a su habitación y le aseguró que todo iba a cambiar.

Salem interroga sobre el destino de este viaje, uno de los sirvientes le responde que llegaran a Londres y le pide paciencia, Salem abre más los ojos ante la sorpresa de dirigirse a otro país, habla el inglés, pero nunca a viajado a  Londres que él recuerde...su padre si que se especializa en poner distancia entre ellos.

El joven mago no sabe que pensar, no se explica como su padre le preocupe tan poco su propio hijo, es algo que le lastima pero tampoco se considera un desvalido, tiene confianza en sí mismo.

Hijo único y de una familia adinerada, Salem Riuu se codea con miembros de familias de las altas esferas y es por esa razón que se dirige al castillo de la noble familia de los Black, según le explica el servicial empleado, recudiran a está familia para organizar su estancia en el país mientras realiza sus estudios en un especial colegio: Hogwarts.

Sobrevuelan un mágnifico bosque de álamos y Salem visualiza el castillo de cuatro niveles y una alta torre, suspira y espera a descender para marchar a la puerta principal, no sabe que esperar, pero lo que piensa, es que tanto su padre se habla con los miembros de esta familia.

Ese día parecía estar lleno de sorpresas. Aún no había terminado de recibir al primer chico cuando una carroza llegó al jardín de la mansión, tirada por los siempre elegantes abraxam, lo cual podía sugerirme de donde venían. Nunca estaba de más estar prevenido, por lo cual llevé la mano al bolsillo derecho del pantalón, donde reposaba mi varita esperando ser usada. Me acerqué sin mucha prisa, pasando por en frente a las criaturas y acariciando el lomo de una de ellas, con el único fin de tranquilizarlas.

El pelaje, brillante y reluciente del abraxan me indicaba que estaban muy bien cuidados y que mínimo una vez a la semana les hacían tratamiento, lo cual hablaba muy bien del poder adquisitivo de su propietario. La carroza de caoba claro y pequeños detalles dorados reflejaba la elegancia que confirmaba que venía de alta cuna. Esperé, aún con la mano en el bolsillo a que alguien bajara del interior.

Para mi sorpresa, la primera persona en bajar fue un joven mago de ojos verdes. Su miraba se encontraba un tanto perpleja y perdida, razón por la cual y haciendo de buen anfitrión regalé una sonrisa. Me disponía a saludar cuando del interior de la carroza, dos personas más, un tanto mayores que el chico y de lentes oscuros, bajaron de golpe en cuanto traté de acercarme. Cautela.

--Buenos días, soy Noah Black, patriarca del castillo en el cual han aterrizado --ya mi sonrisa no estaba tan marcada y hablaba con voz grave y fuerte, queriendo cerciorarme que pudieran escuchar bien--. ¿Qué los trae hasta acá?

Salem Riuu mira al joven de cabello negro que saluda al verlos llegar, también ve a otro mago un poco más atrás, los sirvientes de su padre se colocan a ambos lados de su persona, Dylan imita a Jefferson (el que además es como un guardia personal, el otro solo es un mayordomo pero se ha puesto lentes oscuros como Jefferson quien mira al joven de cuerpo atlético y toma la palabra para exponer la razón de su llegada a la propiedad Black).

--Buenas tardes. --Mira al joven interrogandose interiormente por la ausencia de servidumbre...mucha diferencia con el magnate John Fwald, pero el señor Fwald tendrá sus razones para acudir al caballero inglés, discretamente mira la entrada del castillo pensando si aquel hombre será un Lord y saca de su saco un sobre sellado con cera y en el, el escudo de su señor para entregarlo al que se presenta como patriarca.
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--Mi señor le envía esta misiva, además de relatarle la situación, también espera que respete los terminos con la estancia de su hjio en este país, el señor Fwald recompenzará generosamente si se digna acatar expresamente todas las medidas que desea para su hijo, además....--El muchacho de ojos verdes voltea asorado hacia Jefferson y antes de que termine de hablar, materializa su varita en su mano que esgrime contra el guardaspaldas que su padre designo --¡Impertinente!--Sus ojos verdes adquieren esa forma felina más marcada y parecen fulgurar, su rostro muestra la ira que siente ante la actitud tomada por el hombre, unos tajos en el rostro sangran proliferamente mientras el guardaspalda mira perplejo al muchacho.

--Insulso sirviente, recuerda que solo eres eso, un sirviente, no te tomes atrevimientos que no te corresponden.-- Baja la varita a su costado el muchacho, Dylan asustado trata de auxiliar a Jefferson y también mira a Salem sin entender su acción. El ojiverde hace una reverencia hacia Noah Black.

--Disculpe usted, mi padre no los contrata por su inteligencia...--Se gira hacia los hombres y les habla con dureza -- No pueden ordenar a nadie, tampoco crean que pueden condicionar al señor Black de ninguna manera, este es su país, su castillo y sus reglas, guarden su sitio.

El muchacho levanta un poco su varita cuando Dylan trata de balbucear una disculpa, el gesto de Riuu lo convense de callar y bajar la mirada, entonces Salem solicita al Patriarca:

--No haga caso de sus palabras necias, por favor señor Black, solo indiqueme donde comprar una mansión...--El muchacho mira la elegante puerta de roble y agrega a su petición--perdón...no es que su mágnifico castillo tenga algo malo. es que...en América tenía una mansión...el costo no es problema, pero debo instalarme ya que el colegio aún no recepciona nuevos alumnos...lo que menos deseo, es causarle inconvenientes.

--Fwald --repetí en voz baja, más para mi mismo, al escuchar el apellido. 

Me sonaba el apellido de algún lado, pero no lograba recordar en donde. No es que hubiera estado en un solo lugar, por lo cual podría haber sido en Rumanía, en Holanda o e en cualquier país. No sonaba como un apellido del sur de América o España, por lo cual descartó esos viajes. La petulancia con la que uno de los acompañantes del joven fue tanta, que de inmediato se me quitó el interés por tratar de recordar.

--Yo no acato ordenes de nad.. --estaba ya desenfundando mi varita para sacar corriendo a los recién llegados cuando el chico de ojos verdes se me adelantó y demostrando un dominio completo de su varita, puso en su lugar al gorila.

La disculpa que el joven presentó en nombre de sus empleado me pareció lo suficientemente sincera como para dejar mi varita en su lugar, luego de comprobar que los lacayos habían quedados doblegados ante la reprimenda del joven. Acepté su disculpa de buena gana y volví a acercarme a él. Las palabras y el acento del joven demostraban un marcado acento norteamericano, por lo que decanté la idea a que el apellido podría haberlo escuchado en una de la muchas visitas al MACUSA.

--Si tu intención es comprar una mansión, no has venido al sitio más adecuado --respondí dando una rápida mirada al otro muchacho que aún estaba en la puerta--. No estoy seguro de que acá en Inglaterra, las mansiones puedan comprarse como si fueran carrozas o calderos. Los castillos de esta calle llevan siglos acá. Tal vez en el ministerio te puedan dar información para la compra de algún terreno para construir tu mansión, aunque eso puede tardar semanas o meses incluso y supongo que por eso tu padre, quien quiera que sea, te envío conmigo.

El sobre que el ayudante del joven tenía en la mano había caído al suelo no muy lejos de donde yo me encontraba, por lo que lo recogí, más llevado por la curiosidad que por la necesidad. El sello no fue de mucha ayuda para identificar el origen del joven, por lo que lo rompí sin mucho problema. Al interior del sobre había un fajo de bonos al portador del banco mágico norteamericano y una carta. Un conteo rápido de los bonos corroboró las altivas palabras del doblegado guardaespaldas respecto a la generosa recompensa. 

--No me interesa tu dinero, puedes guardarlo para comprar tu mansión --respondí devolviendo el sobre completo con una sonrisa--, pero si me interesa saber porqué te enviaron a mi. ¿Podrías leerme la carta?

Por aquella gran puerta de roble salio un hombre bastante amable a recibir a Kylian. Lo primero que preguntó era que en que podía servirme. Su ropa no indicaba que fuera un sirviente ni mucho menos, su seguridad al hablar y aquel porte hablaba claramente que el era quien mandaba allí. -- disculpe, que hermosa propiedad tienen, nunca imagine que la noble casa de los Black aqui en Inglaterra tuvieran tan maravilloso espacio -- dijo el joven tratando de mirar al interior de el edificio.

Mientras decía aquellas palabras un carruaje apareció en la entrada del castillo. Era en verdad hermoso, los detalles de aquel vehículo hablaban notoriamente de que los propietarios eran gente de la alta. El hombre que estaba recibiendolo se llevo su mano al bolsillo y camino mirando al carruaje. Esa acción lo hizo estar alerta y sin dudarlo saco su varita de igual manera. Personas bajaron del carruaje y se monto una escena, un chico de ojos verdes discutió con lo que parecían sus lacayos, una carta fue entregada al hombre que salió del castillo, fue abierta y bonos del banco cayeron. Con mucho respeto el anfitrión del castillo devolvió todo y inició con preguntas del porque estaban allí.

El joven Scamander se acercó entonces y aprovechó de presentarse. -- hola y bienvenido -- dijo al recién llegado -- me llamo Kylian Black Scamander. Tu ya se que te llamas Noah Black, y usted? -- preguntó al ojos verdes mientras sonreía amistosamente.

El ojiverde miró a los ojos negros del joven mago...lamentaba tener que responder al patriarca Black, que él no tenía idea alguna de porque había sido enviado a Londres, a la propiedad de la noble familia Black e incluso al colegio Hogwarts cuando se suponía que ya tenía una plaza en IIvermorny...era una situación que le produce vergüenza: tener que hablar sobre su padre y aquella forma suya de comportarse con él...mordió su labio inferior...tampoco le parece una buena idea leer la carta de su padre en voz alta...¡quien sabe que cosas desagradables podría haber escrito!...¿y si...fuese que planeaba deshacerse de él? algo absurdo, puesto que era hijo único y el heredero ¿no? pero la relación entre su padre y él, no es de lo más cordial...hasta podría sospechar que le odia...realmente no sabía que pensar y aún menos que responder.

Sabía que no podía dejar sin responder a Noah Black, justo entonces aquel joven mago que Salem Riuu vió al llegar, se acerco a ellos y se presentó, Riuu sonrió aliviado y se percató que con aquel suceso, había olvidado identificarse ante los presentes, por lo que dedico una reverencia elegante a ambos y se presentó.

--Hola, gracias por la bienvenida, lo agradezco bastante. Mucho gusto, señor Noah Black...también me da gusto conocerte Kylian Black...atribuyo que son ustedes familiares, me siento honrado de conocer a ambos. Perdón, disculpen mi falta de educación, mi nombre es Fwald...es decir Salem Riuu Fwald, pero si digo verdad, me gustaría omitir mi apellido...cosas...inconvenientes personales con mi padre John Fwald Gaunt.

Nunca me he quedado corto cuando de interpretar el lenguaje corporal de una persona se trata. Movimientos de las mano, gestos, muecas ademanes y demás explican mucho más de lo que lo pueden hacer las palabras y Salem así lo hacía saber. No se sentía del todo cómodo con la idea de tener que leer la carta, por lo cual saqué la misiva del interior del sobre y le devolví solo los bonos al portador. Tampoco podía obligarlo a hacerlo.

--Bueno saber que eres un Black, Kylian --comente con una sonrisa al escuchar el apellido del chico que se acercó al carruaje--, y Salem, también un gusto conocerte. Tal vez no sea el momento de leer la carta de tu padre, así que lo haré luego.

La combinación de los dos apellidos del chico me hizo pensar que la razón por la cual había sido enviado a Londres al parecer de manera imprevista. La mirada del chico seguía perdida y nerviosa, justo como la mía hace unos cuantos años atrás. No iba a ser fácil para él adaptarse a la vida en Inglaterra y menos si no se tenía la asesoría indicada. Guardé la misiva en el bolsillo trasero de mi pantalón y me volví hacia los gorilas de Salem que ya se habían puesto de pie y esperaban al lado del carruaje.

--Tal vez ahora no lo vean, pero Salem les ha salvado la vida --espeté con un tono de voz grave y me acerqué a ellos con la varita en la mano--, y dudo que pueda hacerlo dos veces. Lárguense de acá, vuelvan al lugar de donde vinieron y díganle al tal John Fwald que yo me encargaré de su hijo, ya que él no fue capaz hacerlo --un movimiento rápido de la varita y un "levicorpus" apenas susurrado para que los dos hombres cayeran de bruces al interior del carruaje. Di una enérgica palmada al muslo trasero de un abraxan para que emprendiera el camino a casa.

--Supongo que ambos vienen desde muy lejos --volví hacia el lugar donde los dos jóvenes aún aguardaban--, así que si me lo permiten, me gustaría invitarlos a comer al interior del castillo Black, el cual puede ser su hogar el tiempo que lo vean necesario. ¿Ya comieron? porque yo no, y tengo hambre.